¿Por qué y cómo elogiar?

Las familias que crean un clima de confianza, mediante el reconocimiento y el elogio, contrarrestan la posible influencia negativa de otros ambientes y las descalificaciones a las que nuestros hijos pueden estar expuestos a lo largo de su vida.
Una relación afectiva sólida es una inversión de futuro que producirá personas seguras de sí mismas y fuertes ante las presiones sociales.
Es mejor enfocar la atención en potenciar las cualidades, valores positivos y comportamientos de nuestros hijos, que dirigirla a identificar y corregir sus insuficiencias y errores.
Transmitir a nuestros hijos mensajes de reconocimiento y elogio por sus valores, comportamiento y esfuerzo,   aumenta la probabilidad y la frecuencia de que los aprecien y repitan.
Es importante elogiar a los niños, pero es necesario hacerlo correctamente porque si no puede volverse contra los objetivos que se buscan. Para ello el elogio debe ser:
Cuanto más inmediato mejor. Es generalmente mejor acogido si se hace mientras el niño está mostrando un comportamiento o cualidad digna de estima o inmediatamente después.
Sinceridad ante todo. Si el reconocimiento y el elogio no son sinceros, los niños pueden sentirse engañados y desconfiar al creer que no lo merecen.
Elegir el momento y el lugar oportunos. El exceso o falta de oportunidad resta calidad y perjudica al niño.
No utilizarlos para reprochar algo. Cuando elogiamos a un hijo, poniéndole como modelo de comportamiento, y lo utilizamos para hacer a la vez un reproche a otro, es posible que pierda valor y que el receptor del reproche lo rechace.
Centrarse en el valor de la persona. El reconocimiento y el elogio han de ir dirigidos al corazón del que lo recibe, y no a quien lo comunica.
El elogio se malogra cuando va seguido de una petición o exigencia. El reconocimiento debe nacer de una genuina valoración y estima, si no los hijos pueden considerar que es un truco para obtener ventaja y sentirse controlados y manipulados (“¿qué querrán de mí?”).
No recordar errores pasados. Reiterar fallos o errores pasados quita credibilidad al reconocimiento y a la persona a quien se desea elogiar.
Apropiado a la edad. Ha de ser coherente y adecuado, apropiado a la edad y sin rebajarlo con expresiones exageradas.
Importancia de las formas. Son esenciales las formas no verbales del elogio ya que, dependiendo de ellas, el mensaje puede resultar frío y rutinario o cálido y efectivo.
¿Con qué frecuencia?. No es fácil establecer una regla, pero sí es importante no excederse.
Para lograr nuestra meta debemos seguir unos pasos ya que el reconocimiento y el elogio no deben ser interpretados por los hijos como el final de un proceso de trabajo (“ya he conseguido lo que ellos querían”) cuando de hecho está todavía en plena tarea o ante un compromiso difícil.
Tres sencillos pasos para elogiar:
Detallar la actuación que queremos destacar.
Expresar orgullo ante su comportamiento. La descripción hace más auténtica la expresión de nuestras emociones y de nuestro entusiasmo verbal.
Recalcar, la conducta merecedora de elogio.

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