Vida escolar y conflictos (I)

Las personas, al ser únicas, irrepetibles e intrínsecamente sociables, necesitan para relacionarse tomar conciencia y aceptar los diferentes puntos de vista, intereses y preocupaciones de los demás.
No debemos tener miedo a que aparezcan conflictos. Al contrario, veámoslos como una oportunidad para mejorar y profundizar en el acercamiento a los hijos. Si se logran solucionar, se refuerza la familia.
Los problemas forman parte inseparable de las relaciones personales. Por eso, una parte importante de la tarea de ser padres es aprender a resolverlos. En general, los enfrentamientos aparecen cuando nuestros intereses, valores y necesidades chocan con los intereses, valores y necesidades de los demás.
Un problema puede generar enriquecimiento mutuo y aprecio por las cualidades de otros, pero, también, choques y conflictos.
Cuando se menciona la palabra, conflicto, automáticamente se asocia con algo negativo, porque las discrepancias presentan situaciones nuevas, complicadas y para poder superarlas, es necesario tener convicciones firmes, respeto y capacidad de ceder.
La familia al conocer las características de sus hijos, por su constante trato y seguimiento, puede moderar o fomentar sus diversas peculiaridades innatas.
La influencia de los padres es decisiva en los primeros años, aunque disminuye cuando se integran con sus iguales y reciben influencias externas.
¿Por qué es importante aprender a solventar conflictos en la familia?
La habilidad para resolver problemas no es fácil, debemos comenzar con el reconocimiento de que en la familia son algo natural, parte de la vida, y oportunidad para mejorar y profundizar en el acercamiento y unión con los hijos.

Saber solventar dificultades ayuda a:

Para que los resultados sean óptimos, debemos aceptar incluso apreciar la diversidad porque al no hacerlo se pueden agudizar más los conflictos por que:
  • Reducimos la comunicación, dificultamos la convivencia y la tarea educativa se convierte para muchos en pesada carga.
  • El trato se complica, supone un alto coste personal y emocional, y provoca impotencia y la tentación de abandonar.
  • Puede afectar a la autoimagen y autoestima de los miembros de la familia y ocasionar desaliento, cuando a pesar de la energía derrochada, los objetivos y necesidades quedan insatisfechos.
  • Surge una sensación de ineficacia, disminuye la motivación para dialogar y compartir experiencias, prevaleciendo la vieja fórmula de imponer una solución a la fuerza.
Los problemas en la familia pueden surgir en todo tipo de circunstancias, según sea la edad de los hijos y el motivo que los suscite.
Normalmente, cuando los niños son pequeños, su origen suele estar en disputas entre hermanos, desobediencia ante una norma, rabietas, etc., y es inútil tratar de negociar o dialogar, siguiendo los pasos que detallaremos en el siguiente post.
Ante todo, debemos convencer a nuestros hijos de que los conflictos no se solucionan por la fuerza, ni con el uso de la violencia, y, evitar que tengan contacto con ellas a través de programas agresivos, además de mantener la tranquilidad a la hora de corregirles.

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