¿Qué hacer para continuar enamorado?

Cultivar la relación de pareja para que perdure el amor entre ambos miembros supone invertir tiempo y esfuerzo en algunas sencillas tareas, que no por sencilla son menos costosas. Por ejemplo:

Anteponer la atención del otro a todo lo demás: no es correcto poner al otro en el último lugar de las propias ocupaciones y preocupaciones, no es de recibo darle solo las sobras del propio tiempo. Eso sería no valorarle y no quererle.

Para la vida en pareja lo prioritario no es el trabajo, sino la relación de pareja y los hijos. Hay que trabajar mucho y bien, pero no hay que poner el trabajo en primer lugar. Si cuando se produce un conflicto entre atención a una tarea profesional y atención a un problema familiar, es la familia la que se lleva la peor parte estamos poniendo en peligro nuestra relación de pareja porque un ingrediente indispensable del amor de pareja es el sentimiento de ser los primeros para la otra persona. Sentirnos la persona más importante en la vida del otro es uno de los factores esenciales que integran la unión de la pareja, una de las premisas fundamentales del amor pasional.
Cuidar los pequeños detalles: la vida real de una pareja está hecha de muchas cosas pequeñas que hay que cuidar. Hay que tener pequeños detalles con el otro que le hagan la vida más grata. Estos detalles muestran que el amor es activo y está siempre alerta.
Quien tiene detalles con su pareja está haciendo lo que se espera de él o de ella: construir su relación día a día y hora a hora, no permitir que se enfríe el amor.
Algunas personas se consideran a sí mismos poco dotados para tener detalles pero todo es cuestión de empezar y practicar. También nos puede ayudar observar al otro para detectar qué es lo que le gusta, preguntarse a sí mismo qué tipo de detalles nos gustaría que tuvieran con nosotros.
Un detalle de especial relevancia es decirle al otro con alguna frecuencia que se le quiere. La mujer suele agradecer esa declaración más que el hombre. Ella necesita sentir el afecto que esas palabras conllevan; necesita ser estimada como persona y como esposa (y no simplemente como compañera de cama y como ama de casa).
Actualizar el conocimiento de si mismo y del otro: conocerse bien a sí mismo y conocer bien a la persona amada permite anticipar y prevenir posibles conflictos. Al detectar a tiempo los puntos débiles de uno mismo y del otro hay un margen para corregirlos o para tenerlos bajo control, de ese modo se pueden evitar algunos choques.
El conocimiento propio debe abarcar las capacidades y las limitaciones, las virtudes y los defectos. El conocimiento del otro no debe limitarse a la conducta externa (lo que dice y hace); es preciso conocerle por dentro (lo que piensa y siente, lo le mueve a actuar de un modo u otro, etc.)
Permanecer siempre abierto a la mejora personal: amar implica saber dar y saber recibir. Lo que se da en el amor es a uno mismo. Por eso es muy importante tener una actitud de reforma personal permanente, puesto que no se trata de dar cualquier cosa, sino de dar lo mejor de sí mismo en cada momento.
Esta reforma personal conlleva esfuerzo por modificar las conductas que dificultan o impiden la relación diaria con la persona amada. Por ejemplo: la rigidez, el mal carácter, la intransigencia, el hermetismo, la susceptibilidad, el autoritarismo, el mal humor habitual, las valoraciones negativas del otro.
Hablar a tiempo y ser sincero: hay una situación que se repite con mucha frecuencia en la relación de pareja. El hace de forma habitual muchas cosas que le molestan a ella: vuelve muy tarde a casa, no ayuda en las tareas domésticas, no se interesa por las cosas de ella, rehuye cualquier conversación, nunca está dispuesto a acompañarla cuando sale de compras… Cada vez que ocurre alguna de estas cosas ella se siente decepcionada y dolida, y el no es consciente ni de haber hecho nada malo ni de que ella esté sufriendo.
La actitud habitual de ella después de cada episodio es callarse; se enfada mucho pero no lo manifiesta externamente. A esto se le llama “tragarse los enfados”. A medida que ella se traga los enfados se siente peor por dentro; hasta que un día no puede aguantar más y explota. Después de la explosión ella vuelve a su comportamiento habitual, es decir, el de callarse cada vez que no se siente apreciada.
Una relación de pareja no se puede construir sobre esa alternancia de silencios prolongados y estallidos espectaculares. Recurrir al silencio agrava el problema, aplaza el conflicto  y le carga cada día de nuevos pensamientos y sentimientos negativos. Además, no le da la oportunidad al otro de enterarse a tiempo de lo que está pasando en la relación y de expresar su punto de vista. La relación adquiere un tono negativo: se reduce a tener una pelea cada cierto tiempo.
Sin embargo, si se habla con el otro cada vez que pasa algo desagradable se “pincha el globo” antes de que se haga muy grande y se nos escape de las manos; no se rompe la comunicación y hay más posibilidades de tener éxito en la resolución del problema.
La persona que se acostumbra a los largos silencios se queda sola y condena al otro a la soledad. También se quedan solas las parejas que hablan pero no son sinceras. La falta de sinceridad les separa aún más que el silencio.
He preparado esta presentación para explicarlo mejor:

Qué hacer para continuar enamorado

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