Los adolescentes son excesivamente sensibles a lo que sus padres les decimos y cómo se lo decimos. Un tono de voz paternalista o autoritario, aún sin intención, echa por tierra cualquier intento de mantener una conversación tranquila y fluida. Por eso, aunque hablemos con ellos de las mismas cosas, con hijos adolescentes hay que hacerlo con otro tono: de hombre a hombre, de mujer a mujer, como adultos.
Frases típicas en la conversación padres-adolescente:
“Contigo no se puede hablar”
“Siempre te enfadas”
“Siempre le echas la culpa a mis amigos”
“Claro, tu eres perfecto”… y similares
Críticas de los adolescentes:
“Dicen que les preocupan los valores, pero lo único que les importa son mis notas y que llegue a casa a la hora”
“Nunca se sabe si voy a poder salir o no: depende de que no interfiera con sus planes o de su genio”
“Si les digo que me siento solo y angustiado, me dicen que lo tengo todo, que me quejo de vicio”
“En vez de conversar, empieza el sermón”
Qué les duele oír:
“Inútil, egoísta”
“Me decepcionas”
“No vas a ser nada en la vida”… y similares
7 claves para fomentar el diálogo:
- Hablarles en su idioma, lo que no significa usar su vocabulario, pero sí entenderlo.
- Escuchar, más que sermonear o aconsejar
- Saber escuchar significa no empezar de inmediato a contradecir, discutir, juzgar. Ya habrá tiempo más adelante para dejar las cosas claras. Primero dejarles hablar sin interrupciones.
- No descalificar ni gritar. La falta de control de la adolescencia pide, precisamente, el dominio de los padres.
- Respetar sus opiniones. Ellos notan una incoherencia cuando se les pide que nos respeten y ven que no respetamos sus opiniones.
- Tratarles como adultos preguntándoles su opinión y la forma en que ellos enfrentarían una situación.
- Los padres debemos dar el primer paso para entablar la conversación. A raíz de un tema que a ellos les interese se puede luego intentar profundizar.
Ya, pero con mi hijo nunca es buen momento para hablar ¿qué hago?
6 consejos para fomentar su interés por el diálogo:
- Planificar alguna actividad con él/ella donde pueda surgir naturalmente la confidencia.
- Hacer una lista de temas que creemos que le podrían interesar, incluyendo los que a ellos sabemos que les interesa pero a nosotros no. Ponernos en su lugar.
- Pedir su opinión sobre asuntos serios y prestar atención a su consejo.Esto le indica que se confía en él.
- Respetar su intimidad: no intentar sacarle confidencias a base de interrogatorios. No pretende que nos abran el corazón igual que al amigo íntimo.
- Darle pocos consejos porque se aburren y porque cuando realmente los necesiten no van a estar dispuestos a oírlos.
- Considerarle digno de nuestra confianza, hacerle partícipe de nuestros proyectos y valorar sus opiniones.