¿Cuáles son los valores de la persona?

Para Viktor Frankl el sentido de la vida tiene una vertiente subjetiva puesto que no hay un sentido para todos los hombres, sino que cada uno tiene uno diferente. También es relativo, puesto que está relacionado con una persona concreta y con la situación única e irrepetible en que se encuentra.
A la vez, el sentido también tiene una vertiente objetiva: la persona tiene que captar, comprender y realizar el sentido adecuado a la situación. Por tanto, el sentido no es inventado por la persona.
El hombre puede encontrar sentido a su vida a través de tres tipos de valores:
Valores creadores: ocupan el primer plano en la misión de vida del hombre y se realizan en el trabajo profesional.
El trabajo puede representar el espacio donde la peculiaridad del individuo se enlaza con la comunidad, cobrando con ello sentido y valor. Por tanto, cuando la profesión concreta que se ejerce no nos produce un sentimiento de satisfacción no debe culparse de ello a la profesión sino a nosotros mismos. Lo importante no es la profesión que ejercemos sino el modo en que la ejercemos; es de nosotros, no de la profesión, de quien depende que nuestro trabajo sea algo personal y específico que lo hace único e insustituible a nuestra existencia, y con ello un sentido a la vida.
De hecho, podemos tener capacidad de trabajo y llevar una vida carente de sentido y podemos dar sentido a nuestra vida aún hallándonos incapacitados para trabajar. En resumen, no debemos confundir la plenitud de trabajo profesional con la plenitud de sentido de la vida creadora; algunas veces el neurótico procura huir de la vida pura y simplemente refugiándose en el trabajo profesional.
Valores vivenciales: el amor o eros es el campo en el que los valores de vivencia se realizan de un modo especial. Por el amor salimos de nosotros mismos para encontrar al otro, para descubrirlo en su riqueza propia.
El amor es la vivencia de otro ser humano, en todo lo que su vida tiene de peculiar y singular. El ser amado es concebido como un ser peculiar y singular. Como figura humana es insustituible e irremplazable para quien le ama sin que necesite hacer nada de su parte.
Valores de actitud: su realización consiste en la actitud del hombre ante una limitación de su vida. La posibilidad de llegar a realizar esta clase de valores se da siempre nos enfrentamos con un destino que no nos deja otra opción que la de enfrentarlo.
Incluye actitudes humanas como el valor ante el sufrimiento o la dignidad frente a la ruina o al fracaso.
Respecto al sentido del sufrimiento, su valor no reside en el sufrimiento en sí, sino en nuestra actitud frente a él, en la actitud para soportarlo. De hecho, según Frankl, el sufrimiento deja de ser sufrimiento, en cierto modo, en cuanto encuentra un sentido. Así, postula que el hombre está dispuesto hasta a aceptar el sufrimiento, siempre que este sufrimiento tenga sentido.
El sufrimiento no es en absoluto necesario para darle sentido a la vida. El sentido es posible sin el sufrimiento o a pesar del sufrimiento. Para que el sufrimiento confiera un sentido ha de ser un sufrimiento inevitable, absolutamente necesario.
Sin embargo, a veces tratamos de aturdirnos o distraernos cuando sufrimos una desgracia, de manera que no solucionamos ninguna cuestión, lo que borramos son las consecuencias de la desgracia: el estado afectivo que producimos, tratando de huir de la realidad.
En resumen, cuando estos valores de actitud se incorporan a la existencia humana se ve que ésta no puede carecer nunca de sentido. Mientras que conservamos la conciencia, seguimos siendo responsables frente a los valores de la vida, aunque sean solo valores de actitud.

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